Mi experiencia Roots

Llegar a una casa en medio del mar y del Archipiélago de San Bernardo es un sueño que no solo los colombianos tenemos, si no todo el mundo. 

Éramos un grupo de 16 viajeros que tenían la misión de ir a darles una navidad a todos los niños de Santa Cruz del Islote en Isla Roots era uno de nuestros aliados más increíbles y estratégicos para poder cumplirla. 

Lo que no sabíamos es que no solo los niños nos iban a enamorar, si no también el paraíso al que íbamos a encontrarnos después de cumplido el objetivo. 

Una mezcla entre brisa de mar, atardecer con tonalidades y degrades de naranjas, rojos y amarillos, una cerveza en el muelle hablando todos los idiomas posibles y las olas pegando en los pies, me atrevo a decir, que es lo que todos hoy en día después de todo este tiempo en casa, queremos vivir y repetir. 

Y es que los host no son ajenos a ningún guest, la realidad de todo es que son una familia, son la #FamiliaRoots. Y es que quisiera decir que uno se siente como en casa, pero no. Uno se siente mejor que en casa porque eso significa viajar. (Además, ¿quién tiene el Mar Caribe cómo jardín de su vivienda?) 

Después de un tiempo, aún siendo una semana, es imposible describir en tan poco espacio la experiencia que vivimos en este eco-paraíso, es muy difícil unir todos los sentimientos y alegrías que apenas en tres días se pueden llegar a vivir. 

Y si, si eres de Colombia, China, Alemania o Islandia vale la pena hasta el más mínimo rebote de la lancha para llegar aquí.

Por: Carlos Zorrilla/ Viajero Colombiano

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